ORIGEN DE LA EDUCACION INCLUSIVA
La lucha por cambiar este panorama se remonta a los años setentas, en donde padres de familia de hijos con necesidades educativas especiales y algunas organizaciones pugnaron por el derecho a una educación de calidad, por la no segregación y por la escolarización en los centros educativos regulares (Arnaiz, 2004; Echeita, 2006).
A partir de entonces y hasta hoy los principios de normalización, integración e inclusión han sido claves importantes para debatir, defender, proponer y delinear acciones a seguir. A fin de que todas las personas sin distinción de raza, credo, nivel económico, discapacidad o cualquier diferencia, tengan los mismos derechos sociales, educativos, de salud, seguridad, laborales y políticos.
La integración ha estado ligada irremediablemente a los alumnos con discapacidad o con necesidades educativas especiales, lo que ha llevado a muchos autores a criticar el uso de los términos ya que en particular el “especial” tiene una carga ideológica que delimita de entrada una diferencia e inferioridad propiciando la exclusión.
La responsabilidad de la escuela y en particular del profesor es hacer reformas, adaptaciones curriculares y diseñar programas específicos para atender a la diferencia, mismos que no en todos los casos se puede realizar, algunas veces debido a que los profesores no están capacitados para ello y en otras por la cantidad de actividades que está obligado a realizar cotidianamente. En algunos casos no se tiene el apoyo de la institución, los recursos para llevar cabo dichas adaptaciones o el apoyo de los padres, tan necesario en estos casos.
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